Es una práctica, también conocida como carterismo digital, con la que se pueden leer, activar o copiar sus tarjetas a distancia. Los delincuentes pueden llevar a cabo este robo de identidad con el uso de lectores de identificación por radiofrecuencia (RFID) sin siquiera tocar su cartera. Las frecuencias de la etiqueta RFID/NFC no pueden penetrar el aluminio.